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Cuando me levanté nunca imaginé que ese día cambiaría mi suerte para siempre. Todo comenzó como cualquier otra mañana, el despertador sonó varias veces antes de ponerme en pie (clic aquí si quieres escuchar como suena mi despertador). Desayuné, tomé una ducha, y con cierto optimismo me vestí cuidando cada detalle de mi atuendo, pues había una posibilidad de que ese día reciba un ascenso en la oficina. 

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"La cara es el espejo del alma, y los ojos confiesan en silencio los secretos del corazón" 

San Jerónimo

Luego, mientras conducía mi auto en dirección al trabajo, iba pensando en aquella importante reunión que tendría con la gerencia y la junta de accionistas. Me detuve en uno de los semáforos, y alguien golpeó mi ventana.  Regresé a ver, y junto a mi estaba parada una mujer desgreñada y harapienta, pero con unos ojos impresionantes que me atraparon con una mirada muy profunda. Levantó su mano, me mostró un billete de lotería, y me hizo gestos para que lo compre. 

Jamás he creído en la suerte y por ello no suelo comprar boletos para sorteos. (clic aquí si quieres conocer cuáles son las probabilidades de ganar la lotería). Sin embargo, esa mujer me miró como nadie lo había hecho. Sus ojos irradiaban esperanza y optimismo, por lo que decidí comprar ese último boleto que ella tenía en sus manos. Le entregué unas monedas y guardé el boleto en el bolsillo de mi camisa. El semáforo cambió a verde y seguí mi camino.  

Clic en la imagen para ver la notificación de despido

Al llegar a la oficina, la sala de reuniones estaba lista para la junta y los asistentes esperaban la llegada del gerente quien llegó pocos minutos después y dio inicio a la reunión. La sesión se desarrollaba sin sobresaltos hasta que el representante financiero presentó los balances generales de la compañía. En cuestión de minutos el ambiente se tornó denso y desalentador: el informe concluía que la empresa estaba prácticamente en bancarrota, pero aún tenía una salida: algunos de los empleados deberíamos ser liquidados.  El gerente parecía conocer de antemano la materia, puesto que ya tenía la documentación firmada la noche anterior con la formalidad del despido de todas las personas incluidas.  No obvió el reconocer el gran trabajo que habían prestado y la fidelidad que habían mantenido con la organización durante todos estos años

Después de la junta, me dirigí a mi oficina y durante el resto del día no hice más que pensar en cómo pagaría la hipoteca de la casa, la cuota del carro y las pensiones de la escuela de mis hijos, a partir del día siguiente que estaría desempleado. 

 

Terminada la jornada, tomé mis cosas y encendí el auto para ir a casa. En el camino pensé que un par de cervezas me vendrían bien para despejar la mente.  Tomé mi celular y escribí un mensaje a Pancho para ir al bar de costumbre para comer y beber algo (link al sitio web del bar). Como siempre, Pancho respondió inmediatamente y acordamos encontrarnos en aquel lugar, donde sirven las cervezas artesanales que tanto nos gustan.  

Ya adentro del bar, pedimos unas cervezas y mientras le contaba mi triste historia a mi amigo, en una de las pantallas se anunciaba que el boleto ganador del premio mayor de la lotería se había vendido en mi ciudad. No le di mayor importancia al asunto pero Pancho, a quien le había contado en detalle lo que me ocurrió en el día me dijo: ¿Imagina si el boleto que le compraste a esa intrigante mujer fuera el ganador? 

Con incredulidad y entre risas, y por un mero formalismo saqué el boleto del bolsillo para comparar el número con el que aparecía en pantalla y para mi sorpresa los números coincidían. Había ganado el premio mayor de la lotería. No lo podía creer, mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría y sin pensarlo me trepé sobre la mesa y grité tal como lo había visto en la televisión cuando niño: ¡me la gané, me la gané! La gente a mi alrededor no entendía en un principio lo que pasaba, pero al verme con el boleto en la mano y viendo la pantalla de la televisión, todos entendieron que el ganador del gordo de la lotería estaba en el bar. 

La alegría se volvió incontenible.  Desde ese día mi suerte cambió para siempre, y a pesar de que cada día paso por el mismo semáforo donde compré mi boleto ganador, nunca más volví a ver a esa intrigante mujer de grandes ojos y mirada penetrante… 

Boleto ganador de la lotería

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Grabación del anuncio del ganador de la lotería

Realizado por: Carlos Andrés Bajaña y Carlos Guzmán

Especialización de Comunicación Digital

Universidad Andina Simón Bolívar

 

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